La Fundación del Lesionado Medular es tanto un centro de rehabilitación integral para personas con lesión medular como una residencia totalmente adaptada a las necesidades de sus residentes. En la residencia, un equipo especializado de enfermería, médicos y otros profesionales cuidan de las necesidades de los usuarios, pero el trabajo del día a día es enorme y ahí entra en juego el equipo de auxiliares.
Hemos seguido a Ana, Alberto y Alexandra durante su jornada para conocer cómo es su día a día en nuestra Residencia.
Comienza el baile
El turno de la mañana entra a las ocho menos cuarto, listos para la acción. Lo primero que hacen es rellenar un parte en el que se informan de todas las cosas reseñables que hayan pasado durante la noche.
También se tienen en cuenta los compromisos de los residentes. Si tienen citas médicas o peticiones personales, para que puedan llegar a las actividades; si tienen alguna pauta médica o atenciones de auxiliares que se le tiene que dar; o aquellas atenciones médicas que requieren la implicación del resto del equipo. “Normalmente a la mañana le cuentan lo que ha pasado por la tarde y por la noche” relata Ana, coordinadora de Auxiliares “luego ya, pues ya salimos todos al control y se organiza a los auxiliares por plantas: se organizan los residentes que tienen que ir en primer lugar, los que tienen prioridad, los que tienen médicos, los que tienen escuelas… y ya se empieza a trabajar”.
Los auxiliares disponen de un calendario en el que comprueban qué atenciones han de realizar a cada residente. Después de esto, volvemos a la cama: “hidratarle bien la piel, los cuidados típicos del aseo, el vestirle y a levantarle. Estar pendientes de que no tengan ningún tipo de anomalía en la piel. Si tienen alguna herida o algo parece no ir bien, que todo quede reflejado y que se llame al enfermero para saber, si es algo anecdótico que no tiene ninguna importancia o si es algo que puede desencadenar en algo más importante”, nos dice Alberto.
Todas las curas y los sondajes los realiza enfermería. No obstante, se presta apoyo a aquellos residentes que se pueden sondar solos.
Un momento de descanso.
Una vez que se han levantado y aseado, nuestros residentes se van a desayunar. Y mientras algunos auxiliares bajan a ayudarles, otros se quedan en la planta organizando armarios, ayudándoles si necesitan beber agua o continuando las atenciones parasanitarias necesarias y que están cubiertas por su trabajo. “Hay cosas que a lo mejor te piden a primera hora de la mañana y no se pueden hacer porque no te da tiempo, porque hay que priorizar en estos momentos, pues se suele intentar apañar todo eso, arreglarlo en estas horas entre el desayuno y la hora de comer”, relata Alberto.
La hora de comer
Antes de la llegada del coronavirus, se abría el comedor a la una y los residentes, tanto de una planta como de otra, iban entrando al comedor. Pedían y después se dirigían con su bandeja a una mesa para comer.
La situación actual es totalmente distinta: “tienen unas petitorias en las que a ellos la semana anterior se les apunta la comida que quieren, se les va a preparándose y se les deja en la mesa; ahora mismo no paran en la línea de comida, ellos van directamente a su sitio -opina Ana -; antes era más rápido el comedor porque todos iban a primera hora y luego se les acostaba, como venían poco a poco se podía gestionar de una manera más eficiente y al cabo acabábamos antes de acostar”.
Con las medidas que se han adoptado para prevenir el contagio, cada planta entra a una hora fija alterna al comedor, por lo que todos los residentes terminan a la misma hora “porque entran en bloque y salen en bloque” nos cuenta Alexandra “por ejemplo, si te toca comer en el primer turno, que es a la una, tienes un margen amplio hasta las tres y media para acostar. Pero si ya empiezas a comer a las dos, en cuanto alguno se entretenga un poco más de tiempo podría retrasarse el grupo siguiente”.
Sobre las tres y media se produce el cambio de turno de mañana con el de tarde. Y si cuando llegan queda gente por acostar se terminan solapando los que se acuestan con los que se levantan.
El turno de tarde.
El proceso de levantar a los residentes por la tarde es más relajado que para levantarles por la mañana.
Alberto lo ve de esta forma: “lo que pasa es que por la mañana yo creo que es mucho más frenético a primera hora y luego, quizás entre comillas, un poco más relajado. Y por la tarde yo creo que es un poco más al revés. Por la tarde es un poco más relajado porque a lo mejor no empiezas a moverte según entras pero cuando llega el turno de acostarse todos, pues es como sin parar.”
La cena en la residencia es distinta: algunos usuarios salen por ahí, otros tienen una cena más liviana, otros no cenan, otros lo hacen en su habitación, etc.
“Acostarles para por la noche no es como acostarles para la siesta, se les piden que les dejen el arnés, o que por la noche hay que lavarles los dientes, ayudar a ponerse el pijama o que se pongan sólo una parte, etc.” describe Alexandra.
Buenas noches
El turno de noche entra a las 11 y ayuda a acostar a los más noctámbulos, ya que a las 12 tiene lugar el primer cambio postural de la noche. También se hacen a las a las 3 y a las 6. Los cuidados han de ser más silenciosos y espaciados durante la noche, y siempre con muy poca luz para cuidar el descanso del resto de residentes. Estos cambios posturales se tienen que hacer por motivos de salud, aunque los residentes pueden pedir que uno de esos cambios no se haga para que puedan conciliar el sueño o porque se quedan hasta tarde viendo la tele.
Preguntados nuestros auxiliares sobre qué turno prefieren, lo tienen claro: “la mañana es muy dinámica, es mucho trabajo y se te pasa enseguida. Acabas muerta pero en el momento no lo piensas” opina Alexandra.
Alberto nos recuerda un aspecto que a veces se olvida: “es muy complicado en el sentido físico y en el sentido emocional, pero si sabes focalizar en todas las oportunidades de reírte , [eso] es lo que lo hace más llevadero. Tenemos un buen equipo de trabajo y nos divertimos mucho. Si lo piensas esto no es un trabajo de penas, es un trabajo de alegrías”.
Ana completa a su compañero “al principio sí que cuesta, pero luego… ellos son parte de tu familia, aunque no lo seas realmente. La connotación de este entorno es que tu comportamiento influye en toda su dinámica del día a día”.
Y eso se nota. Gracias al buen ambiente que genera nuestro equipo de auxiliares y a su trabajo incansable, nuestros usuarios pueden hacer sus quehaceres sin complicaciones añadidas. Sin duda, son el motor de la residencia, y una pieza clave para que la FLM funcione como el motor bien engrasado que es hasta el día de hoy. Contra viento, marea y virus que se nos ponga por delante.